Imitando a la Catedral de Notre Dame en París, esta histórica iglesia católica destaca en un extremo de la plaza del pueblo, atrayendo a visitantes con su diseño neoclásico gótico del siglo XIX, impresionantes ventanales tintados y un campanario rodeando un adornado altar de caoba.
Antes de llegar al corazón del pueblo, encontrarás los conocidos estanques de sal de Montecristi. Un pilar de la economía de Montecristi durante cientos de años, el proceso de fabricación de la sal ha permanecido sin cambios desde la llegada de los primeros colonos a Montecristi. Puedes pasear por el área y ver como se hace la sal marina; el agua de mar se concentra en estanques artificiales poco profundos, antes de que se evapore y deje detrás grandes cristales de sal que luego son transformados en sal de mesa. Es una experiencia única en República Dominicana y vale la pena detenerse en el camino hacia el pueblo.